Chicos y chicas, seguro que ya están cansados de estar ahí. El lugar tiene sus límites, se repite, ya no tiene nada que sorprenda o interese. Decididamente, están cansadísimos de ese lugar único, siempre idéntico a sí mismo, cerrado. Pero tranquilos, la salida no es muy difícil. Piensen en la infinita diversidad de lugares que existen, próximos o lejanos, en el mismo instante. Les propongo algunos:
La Gran Muralla China |
El cerro de los siete colores |
El Everest |
Las Cataratas del Iguazú |
El Taj Mahal |
Pero también pensemos, hasta el vértigo, en todos los lugares más modestos del mundo: patios, placitas, calles, sótanos, garages, cocinas, clubes, placards, piletas. Pensemos en la humedad de los trópicos, en la sequedad de los desiertos, el frío húmedo de las regiones con mucha niebla.
También pensemos en lo que hace a gente en todos esos lugares del mundo: los que comen, los que gritan, los que lloran, los que se abrazan, los que duermen, los que cocinan, los que están tristes, los que leen, los que vuelven, los que se divierten, los que cantan, los que se asombran.
Estas vacaciones, podemos nadar en esa multiplicidad, dejarnos llevar por toda esa diversidad. El lugar donde estamos no es simplemente uno en el infinito. Contiene todos los otros. Todo eso está enteramente en nuestras cabezas. Disponible, permanentemente. Para ustedes, y para todos.
(Adaptación de 101 experiencias de filosofía cotidiana, de Roger-Pol Droit)